El deseo no es monógamo – y tampoco voluntario-

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Desaprendiendo el amor como posesión

Muchos de nosotros creemos que amor y deseo van de la mano y que elegir una pareja significa dejar de sentir deseo por los demás. Estas ideas tienen muchas raíces, entre ellas, la educación sexual propuesta por Disney, televisa y ahora Netflix.

Esta idea esta tan interiorizada que cuando percibimos que nuestra pareja siente atracción por otra persona o la mira con deseo, sentimos que es natural sentir celos y expresarlos, porque hemos entendido que el amor de pareja verdadero significa la privatización de la sexualidad, incluyendo tanto la acciones como la atracción hacia otras personas.

Tenemos miedo de sentir y reconocer el movimiento de la energía sexual con otras personas.

Cuando ocurre este movimiento entre dos personas, que tenemos asociado al amor romántico y al deseo sexual, lo asumimos como un paso previo de algo más; porque partimos por principio, de la base de que todo movimiento de la energía sexual es la antesala de la interacción sexual, olvidando que el hecho que un pastel te provoque, no significa que te comas toda la panadería porque se te antoja algo cada vez que pasas por ahí.

Es necesario recordar que la energía sexual es una manera en la que a veces sucede el encuentro, y que este que puede convertirse o no, en una interacción sexual, o una amistad, una sociedad de trabajo o simplemente un encuentro en el que ambas personas se sienten energizadas.  

La energía sexual no es una acción, es un impulso de conexión.

El deseo, este impulso que nos lleva a crecer, a fundirnos y a explorar puede ser realizado de muchas maneras, que van más allá del cuerpo, y puede ser una fuente significativa de alegría, complicidad, elevación de la autoestima y energía creativa.

Para el tantra y otras tradiciones ancestrales, la energía sexual es un impulso místico, una posibilidad de fundirse en unidad y ser creador consciente de vida. Es un camino para encontrar a Dios. Como energía es neutra, y podemos decidir si la materializamos en el cuerpo o la utilizamos para materializar proyectos y sueños. Desde esta comprensión la energía sexual va mucho más allá de un impulso carnal y es fuente de conexión entre nuestra esencia y el universo.

Hacer las paces con nuestra naturaleza de seres deseantes significa también reconocer que el amor de pareja monógamo es un compromiso sostenido en acciones, y que ese compromiso no nos hace cieg@ a la belleza de otr@s; y mientras no se realicen acciones que abran relaciones erótico afectivas, es sólo energía pasando entre dos personas.

Esta comprensión incluye que al otro le puede suceder lo mismo y esto no significa que haya una amenaza para la relación. Somos seres deseantes.

La próxima vez que te pase trata de no juzgarte ni juzgar al otro.

No es una amenaza, sólo una sensación.

Respira y déjala pasar, porque desear es una expresión de la necesidad de conexión que todos tenemos, y que no desaparece por estar en una relación monógama.

Abrir espacio interno para esta energía significa confiar en la relación existente y el amor construido, repensando construcciones sociales que nos ponen en contradicción con nuestra propia naturaleza, para dejar de relacionarnos desde el miedo, la culpa, y la represión, permitiendo que la energía sexual nos permita conectar con nuestro poder creativo y nos llene de vitalidad, tal y como lo enseña el arquetipo de la hechicera.

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