una reflexión para acompañar duelos
¿sabes abrir espacio para que lleguen cosas nuevas?
¿cómo te va soltando (relaciones, expectativas, proyectos)?
¿cómo te relacionas con el vacío?
A veces la vida duele.
A veces brilla.
Mientras más tiempo vivimos, más nos es familiar la impermanencia.
Las personas, los trabajos, los objetos, vienen y se van.
A veces, cuando se van duele, y se siente como una pérdida
Todos hemos perdido algo: relaciones, oportunidades, objetos.
Y esas pérdidas no han dado forma.
Cuando perdemos algo importante para nosotros, dudamos de nuestro propio valor, y nos preguntamos como evitar que vuelva a suceder una desilusión.
Desarrollamos estrategias para no sentir eso nuevamente (-abandono, fragilidad, agobio, traición, miedo, culpa, tristeza, soledad, angustia-)
Una estrategia es encerrar en el proceso aquella parte nuestra que amó. Lo hacemos cuando desconfiamos, controlamos, mentimos, o nos fallamos a nosotros mismos. Cargamos relaciones desgastadas, vergüenzas y culpas como objetos rotos.
Cuando tomamos esa decisión, ya sea porque no tenemos herramientas, no le vemos el propósito, o somos incapaces de tener conversaciones incómodas, la situación suele repetirse.
Si nos relacionamos desde miedo a ser nuevamente heridos, cerramos el corazón, causándonos daño y repitiendo viejos guiones en nuevas relaciones.
Otra estrategia es atravesar el dolor, buscando comprensión de lo sucedido:
- como la inevitable expresión de la naturaleza del cambio,
- la expresión por parte de otras personas de sus traumas y heridas,
- la expresión de nuestros traumas y heridas,
- nuestra propia incapacidad de poner límites o escuchar nuestra intuición,
- patrones y prejuicios sociales heredados o incorporados a través de la familia y la cultura
Hay un regalo en esta comprensión: la aceptación. La sabiduría que conecta, comprende la naturaleza de la vida incluye la muerte, la enfermedad y la pérdida. Estas constantes, además de ser inevitables, son maneras en las que aprendemos a valorar y a cuidar, a honrar el tiempo y las oportunidades que nos han sido dadas.
Podemos entender el dolor como parte de la experiencia de ciclo y cambio que nos une a todos dentro de un gran todo. Es en el dolor donde nos hacemos iguales, más allá del poder, el dinero o el prestigio que podemos tener.
Además del dolor, experimentamos el vacío. Y allí, puede que aumente el sufrimiento, porque tradicionalmente, tememos la oscuridad, la incertidumbre y la desintegración que acompaña la pérdida.
Si tomamos este momento psíquico, como una de las facetas del sagrado femenino, que correspondería a la sabia, la anciana o la bruja, encontramos elementos que nos permiten tomar sus tesoros.
La luna nueva que es un momento de oscuridad y vacío, que se manifiesta en los cuerpos de mujer durante la menstruación, en la que esa posibilidad de vida, vuelve a la tierra como nutriente; diluyéndose nuevamente en el vacío primordial.
La sabia es la relación con los finales y el silencio.
El espacio donde emerge la pregunta: ¿valió la pena?¿valió el tiempo?. Esto que no fue ¿cómo puede nutrir otros comienzos?
El vacío es la plenitud de nuevos caminos, el potencial de lo desconocido y las posibilidades que emergen de hacerlo mejor esta vez. Es fértil y maleable, por lo que nos invita a la curiosidad que acompaña los principio
Se torna vana la búsqueda de acumulación y seguridad, porque no hay nada a lo cual sujetarse, lo que nos otorga la libertad de re-crearnos a nosotros mismos.
Es en la vulnerabilidad donde aparece la posibilidad de sentir amor o movernos a un mejor lugar, y en la pérdida donde aparece el aprecio. Hay espacio para el crecimiento cuando se asume lo efímero, como oportunidad de amar y conocer, alivianando pesos dejando ir lo que ya cumplió su ciclo como fuente de bienestar.
Cuando este arquetipo está en sombra, es amarga porque no fue generosa y se faltó a si misma. Es víctima, porque no asume responsabilidades y todo lo toma personal, como si fuese el centro de una existencia que le debe. Es apocada porque se ha disminuido a si misma al no asumir el poder de sus propias decisiones; y colecciona duelos y agravios sujetándolos como razones para no comenzar de nuevo. Se vuelve carga con su dolor no tramitado y cierra las puertas a nuevas oportunidades porque ha perdido la fe.
El dolor, nos cuestiona frente a quienes somos y en qué creemos . Nos despoja de creencias y expectativas y experimentamos la vulnerabilidad, a la vez que nos pone en contacto nuestros recursos internos y externos de cuidado y protección.
Para trabajar este arquetipo, fortalecer tu ecuanimidad, aceptación y aprecio por la vida, puedes:
- Lee “La Vida en Gaia”, y buscar espacios donde puedas prestar servicio a seres o personas en situación de vulnerabilidad.
- Para tramitar duelos no resueltos los círculos de palabra y los grupos de apoyo suelen ser espacios de sanación poderosos.
- Si hay alguien o algo que necesitas soltar, te invito a escuchar esta meditación guiada
- Si quieres trabajar tu relación con la muerte, te recomendamos “Vuelo del alma»
Si quieres hacer un proceso con más profundidad, inscríbete en una de nuestras experiencias presenciales o virtuales o escríbeme para acompañamiento personalizado.